miércoles, 29 de febrero de 2012

ALGO DE BRASSENS


                         
                             Transcribo el resumen de una semblanza de Georges Brassens escrita por el cantautor aragonés Joaquin Carbonell:

                       El 6 de marzo de 1952, un Brassens desesperado se acercaba hasta el cabaret de la Patachou para mostrarle alguno de los temas que habían nacido de su guitarra. Eran canciones contracorriente, textos iconoclastas, irónicos, obscenos, divertidos, entonadas por un tipo desmesurado con pinta de oso adormecido. Patachou escuchó "La mauvaise reputation" y "Le Gorille" y quedó impresionada; le pidió que volviese al día siguiente para entonar esas canciones. 
                      Al día siguiente debutó y todo París hablaba del "descubrimiento". Desde entonces, este hombre hosco, desgarbado, atractivo y despegado de las tentaciones mundanas, se convirtió en el ídolo musical y personal que una Francia rendida por el cansancio de las guerras, necesitaba. Hoy día, todos los hogares galos poseen al menos un ejemplar discográfico de Brassens. 
                     Brassens fue un anarquista declarado. Un hombre que alcanzó la gloria de ser distinguido con el Premio Nacional de Poesía de la Academia Francesa de la Lengua, desde la contestación de sus textos más viscerales. La anarquía, el amor, el sexo, la ironía y la individualidad, fueron los ejes que marcaron no sólo su obra musical y poética, sino el contorno de su propia vida. Aquellos franceses de postguerra, hacinados en las primeras cadenas de montaje de Citroen, y que sonreían con las edulcoradas historias de Chevalier, fueron los primeros en compartir el espíritu corrosivo de los textos de Brassens.
                    Ese desprecio feroz por toda forma de control, de dominación, encontró terreno abonado  en el espíritu galo que no en vano esculpió aquello de "Libertad, fraternidad, igualdad". Brassens se mofaba de todos los burgueses bienpensantes con los peores insultos que en abundancia posee la lengua francesa. Esa forma de rimar sus pensamientos, esa clarividencia para encontrar un lenguaje popular, directo, humano y divertido, le abrieron el corazón y los hogares de todos sus compatriotas. Brassens ha sido -y sigue siendo- un ídolo, un pedazo del patrimonio telúrico de los franceses. Alguien que siempre vivió alejado del relumbrón del "star system", encerrado en la soledad de Crepières y que una vez al año -por navidades- se acercaba hasta el Bobino a presentar sus canciones comprobando año tras año, cómo las entradas se agotaban con meses de antelación. Alguien le preguntó en cierta ocasión por qué salía a cantar siempre con la pipa en la boca. "Porque soy más fumador que cantante" respondió con lucidez. No era cierto. Brassens fue un magnífico compositor, un apasionado seguidor del jazz, de la tradición musical de tantos guitarristas franceses que han poblado los escenarios. El día que se le reprochó que sus canciones eran monótonas, simples y vulgares, Brassens reunió a sus amigos al frente de Moustache y dejó para el recuerdo un doble album con la versión jazzística de sus éxitos, que asombró a todos los músicos.
    Murió a los 60 años, solo, tal como había vivido, pero rodeado del fervor popular que ni aún hoy le ha olvidado. Enterrado en el cementerio de los pobres de su natal Sète, cerca de donde yace su paisano Paul Valèry, Brassens deja un legado de 12 discos donde el francés medio encuentra la voz de su propio testimonio. La voz de un cantante que sólo se consideró un juglar, un contador de historias: "Tengo verdadero talento para unir unas palabras con otras, pero no creo que se trate de verdadera poesía. Es una especie de habilidad, una ternura que pongo en mis canciones". 
Qué sabía él...
Joaquin Carbonell



Paco Ibañez,  ha sido, a mi juicio, el que mejor ha "versioneado" a Brassens en castellano. Aquí interpreta "La Mala Reputación" que, con su característico humor, resume en pocas estrofas su vena anarquista. 



Uno de los atractivos de Brassens es esa mixtura de escepticismo y candor, crueldad y profundo amor por la condicion humana, acidez y ternura... ¿No es un "Testamento" que produce ganas de vivir?  


 Aqui, un hermoso canto a la amistad y a la verdadera caridad. El titulo original es "Chanson pour L'Auvergnat". El traductor Pierre Pascal, para contextualizar, "trasladó"  el Auvergne francés á nuestro Aragón.


Y ahora veamosla interpretada por su autor. La "sombra" de Brassens era su contrabajista y amigo Pierre Nicolas, que le acompaño en los escenarios durante toda su vida. 


Este vídeo muestra la enorme calidad de la música de Brassens. Aparentemente sencilla y con un leve tono jazzistico, servía de vehículo a sus magnificas letras. Se trata de "Les copains d'abord", otro de sus cantos a la verdadera amistad. Algunos de los amigos aludidos en la letra, aparte de Pierre el contrabajista, están entre el publico.
    

Bueno, ejem... esta de "El Gorila" no es apta para menores. Abstenerse gentes sin sentido del humor, mojigatos, partidarios de la pena de muerte y jueces que mandan aplicarla.   


Esta se titula "Morir por las ideas". Viene diciendo que la idea es excelente, pero hay que morir muy lentamente, para rectificar si por el camino nos damos cuenta que la idea es equivocada, porque ya han muerto tantos en nombre de ideas sin futuro... Ademas... "los charlatanes que predican el martirio, acaban siempre superando la longevidad de Matusalén". 
La traducción completa:

Morir por las ideas, la idea es excelente
yo he estado a punto de morir por no haberla tenido,
pues todos los que la tenían, multitud agobiante,
aullando a la muerte, me han caído encima.
Ellos han sabido convencerme y mi musa insolente,
abjurando de sus errores, se ha unido a su fe
con un poco de reserva en todo caso:
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo, pero de muerte lenta.

Juzgando que no hay peligro en la tardanza,
vayamos hacia el otro mundo ganduleando por el camino,
pues, si forzamos la marcha, sucede que se muere
por unas ideas que no tienen futuro el día de mañana.
Y si hay una cosa amarga, desoladora
al entregar el alma a Dios, es darse cuenta
que hemos equivocado el camino, que nos hemos equivocado de idea:
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de una muerte lenta
de acuerdo, pero de una muerte lenta.

Los charlatanes que predican el martirio
normalmente, por otra parte, se rezagan aquí abajo.
Morir por las ideas, todo hay que decirlo,
es su razón de vivir, y no se privan de ello.
En casi todas partes se ve que superan
fácilmente a Matusalén en la longevidad,
y yo concluyo que ellos deben decirse, bajito:
“Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta
de acuerdo, pero de muerte lenta”.

A las ideas que reclaman el cacareado sacrificio
las sectas de toda índole les ofrecen retahílas enteras
y la cuestión se plantea a la victimas novatas
morir por las ideas, esta bien, pero por cuál?
Y como todas se parecen entre sí
cuando las ve venir, con su gran bandera,
el sabio titubea y duda delante de la tumba.
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta
de acuerdo, pero de muerte lenta.

¡Y si aún bastasen algunas hecatombes
para que finalmente todo cambiase, finalmente todo se arreglase!
Después de tantas “grandes noches”(1), de tantas cabezas cortadas,
ya tendríamos el paraíso sobre la tierra.
Pero la edad de oro sin cesar se pospone,
los dioses tienen siempre sed, nunca tienen suficiente
y he aquí la muerte, la muerte que siempre vuelve a empezar...
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta
de acuerdo pero de muerte lenta.

Oh vosotros, los agitadores, oh vosotros los buenos apóstoles
morid, pues, los primeros, os cedemos el sitio.
Pero por favor, joder! dejad vivir a los demás!
La vida es casi el único lujo aquí abajo
pues, finalmente, la Muerte está siempre vigilante
y no es necesario ayudarle con la guadaña.
¡Basta de danzas macabras alrededor de los patíbulos!
Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo pero de muerte lenta.




Por ultimo, un claro mensaje para mayores y pequeñitos : "La edad no tiene nada que ver con la gilipollez"

Ovidio